12 octubre 2006

PAMPLINAS (y olé)



Pamplina: (Del lat. Papaverina, y este de papaver, amapola)

3. f. coloq. Dicho o cosa de poca entidad, fundamento o utilidad. U. m. en pl. ¡Con buenas pamplinas me vienes!

4. f. coloq. Manifestación poco sincera que pretende halagar a alguien o congraciarse con él. U. m. en pl. No intentes engañarme con tus pamplinas.

Pamplinas es el nombre que se le dio en España a un personajillo del cine de los años 20, muy popular en aquella época, famoso por sus espectaculares caídas, trompazos y gags físicos y por no sonreír jamás.

Su nombre era Buster Keaton y forma, junto a Charles Chaplin y Harold Lloyd la gran tríada de cómicos de la era muda. Tres genios curtidos en el teatro del vodevil y con un instinto único para arrancar la risa de las situaciones más cotidianas.

Buster Keaton empezó en eso de la comedia a la edad de un añito como parte del show de sus padres, cómicos ellos. Y no es que sus progenitores estuvieran deseando enseñar los trucos de la profesión a su primogénito, ni mucho menos, pero al parecer Keaton estaba tan ansioso por imitar a sus padres que en el momento en que empezó a moverse por sí mismo (gatear) todo su afán fue salir al escenario.

Al final sus padres consideraron que era más seguro tenerlo por allí danzando, donde podían verlo y tenerlo controlado, que dejarlo en el camerino o entre bambalinas.
Y así empezó su carrera como “la bayeta humana”. Su padre lo usaba en uno de los números como si fuera una escoba para limpiar el suelo del escenario, lo lanzaba, lo meneaba, lo sacudía… y Buster encantado, para él era sólo un juego, controlaba su cuerpo, había aprendido a caer y sabía qué músculos relajar y cuáles contraer para no hacerse daño. Su número tenía tal fama de violento y salvaje, que ciudad grande en la que aterrizaban, ciudad en la que la asociación de defensa del menor de turno intentaba prohibirlo alegando maltrato físico, pero jamás le encontraron un solo cardenal con el que apoyar sus argumentos.

Al cine llegó de la mano del que por entonces era el rey de los cortos cómicos: “Fatty” Arbuckle, con él se convirtió en el mayor especialista en lanzamientos de tartas y de él aprendió todo lo que tenía que aprender sobre el medio que le daría fama mundial.

Hace un par de posts os contaba cómo Jerry Lewis y Dean Martin colapsaron el tráfico del centro de Nueva York con aquella actuación en una escalera de incendios del Paramount Theatre. Por muy impresionante que sea la hazaña, que lo fue, Jerry y Dean no fueron los primeros en lograr. 21 años antes lo hizo Buster Keaton y sin proponérselo en absoluto.

Se encontraba en Nueva York para empezar el rodaje de su primera película para la MGM, "El Cameraman". Thalberg, productor del estudio, se había empeñado en que rodaran los exteriores de la historia en localizaciones reales en lugar de decorados. A Keaton no le ilusionaba mucho la idea porque siempre había trabajado en estudio donde podía controlar por completo el entorno pero no le quedó más remedio que ceder y para allá que se fueron.

Como lo único que necesitaban era unas cuantas tomas de su personaje caminando por distintas calles de la ciudad, decidieron rodar de incógnito, con las cámaras escondidas en el interior de una limusina grabando a través de las ventanillas posteriores.

Y allí estaba Buster Keaton, en la confluencia de la Quinta Avenida con la Calle 23, convertido en un pobre fotógrafo que trata de cruzar la calle con su trípode y su cámara de placas al hombro cuando, de repente, oye un estentóreo “¡Eh, Keaton!” y comprueba horrorizado que el del grito es nada menos que el conductor de un tranvía que para saludarle ha detenido el vehículo en plena intersección y que, de paso, ha alertado de su identidad a todos sus pasajeros y a un buen número de transeúntes que rodean al actor en cuestión de segundos.
Para cuando el resto de su equipo quiso reaccionar y sacarlo de allí, Keaton había desaparecido en medio de una auténtica multitud y el barullo era tal que ni autobuses ni vehículos privados podían avanzar. Los tranvías, tanto de la línea este-oeste como de la línea norte-sur en Broadway empezaron a detenerse incapaces de continuar con sus rutas hasta formar sendas hileras en unas tres manzanas a la redonda.

Un gran baño de multitudes que, sin duda, le preparó para lo que le esperaba un par de años más tarde.
Nada más hacer su primera película sonora, Búster Keaton se tomó unas largas vacaciones que aprovechó para recorrer Europa. El último de sus destinos fue España. Aquí se reunió con el actor Gilbert Roland, mejicano de origen e hijo de torero. Lo primero que hicieron nada más llegar a San Sebastián fue, por supuesto, acudir a una corrida de toros. Al poco de sentarse, un murmullo empezó a recorrer la plaza entera, murmullo que se fue convirtiendo en un auténtico rugido con el que todos los espectadores coreaban un solo nombre ¡¡PAMPLINAS!! Decir que Keaton flipó es quedarse corto. Pero lo mejor todavía estaba por llegar. Días más tarde, en Toledo, Keaton y Roland acudieron a otra corrida, para entonces el actor ya estaba acostumbrado a tener que levantarse y saludar a una afición que coreaba su nombre nada más verle y ya había recibido más de un brindis por parte de los toreros, lo que no se esperaba era lo que ocurrió al final de la tarde.
La corrida resultó malísima, los toros eran seis mulas y los toreros estuvieron espantosos, para cuando el arrastre se llevó al sexto toro los aficionados rugían de indignación y en ese momento se abalanzaron todos a una sobre Buster Keaton. El shock debíó de ser de libro, en un país que no conoces, con un idioma que no hablas y de repente miles de ciudadanos furibundos se lanzan encima de ti gritando consignas que no puedes descifrar.

Los miles de ciudadanos furibundos solamente querían ventilar su frustración con los “pincha-uvas” que habían actuado aquella tarde y, ya que no ninguno de ellos merecía salir por la puerta grande, los toledanos decidieron que saliera Pamplinas. Y a hombros lo sacaron de la plaza de toros de Toledo y a hombros lo llevaron hasta depositarlo, sano, salvo y bastante aliviado, en la puerta de su hotel.

¿Pamplinas? ¡¡Torero!!

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10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Geniasl¡¡¡¡casi he visto la cara de Keaton, me ha encantado la anesdota. Estos apañoles como son.....

11:00 a. m.  
Blogger General Gato said...

¡Hola! Acabo de descubrir este blog hace un par de días, y la verdad es que me ha parecido excelente. Muchos blogs culturales, o pretendidamente culturales, tratan de ser rupturistas, contraculturales, frikis, y a veces se esfuerzan tanto que terminan destruyendo aquello que más aman, o peor, terminan siendo puro estilo y nada de substancia. En cambio, el blog de ustedes me ha parecido estupendo, porque los posteos sí que tienen contenido, y con recursos estéticos sumamente simples han conseguido algo muy visual y atractivo. Tanto me gustó, que por una vez (y sin que sirva de precedente), lo enlacé desde mi propio blog de cine (CINE 9009, www.cine9009.blogspot.com) sin esperar a que lo enlacen de vuelta, como es mi política habitual, y lo mismo haré desde mi blog de historia (Siglos Curiosos, www.sigloscuriosos.blogspot.com), apenas termine el proceso de indexado en que estoy metido con eso, porque después de todo, lo de ustedes también trata de anécdotas, en este caso de cine.

Mucha fuerza, mucho ánimo, un saludo fraternal desde Chile, y que los dioses del cine les den inspiración para seguir adelante.

2:12 a. m.  
Blogger averia said...

Jo, Mari, qué potito lo que te ha escrito el general...
De Buster Keaton se cuenta una genial, no sé si cierta...
estaba el pobre en su lecho de muerte y se quejó de tener mucho frio. Alguien comentó que es lo que suele ocurrir cuando se acerca la hora y Buster Keaton abrió los ojos y soltó:
"Que se lo pregunten a Juana de Arco". Qué tio.

12:52 a. m.  
Blogger Awake at last said...

O como cuando le dijo a Chaplin en plena escena final de "Candilejas", entre dientes, "lo hemos conseguido, Charlie", XD

12:09 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

No te he escrito hasta ahora porque estaban aplaudiendo... (el general)... bueno y porque he tenido gripe y he estado en casa. No sabía estas cosas de Buster Keaton. Es grandioso. No sé por qué, pero, en cierto modo, me recuerda a Ghandi con su política de no-violencia pero en versión humorística. El humor es una especia de misticismo: relativizar las cosas y ver la realidad desde otro punto de vista.

Un día voy a estrenar mi nuevo piso con proyección. ¿Te apuntas?

1:44 p. m.  
Blogger anilmanchego said...

me esta gustando mucho este blog.
Me encanta
Muy bueno todo

7:49 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Buster Keaton... lo mas grande que dio al cine y contando a Chaplin tambien... mil anecdotas, mil escenas para comentar, todos sus largos y cortos son ejemplos de como debe hacerse todo, y eso que fue en los 20!!.... excelente articulo con las anecdotas españolas.... saludos desde argentina....

5:22 p. m.  
Blogger fridwulfa said...

Muchas gracias, jlo, estoy totalmente de acuerdo contigo, Buster Keaton podría dar lecciones de cine a cualquiera.

5:27 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Por nada... amo a Buster Keaton y pasate por mi blog q hay mas de el... saludos.....

9:41 p. m.  
Anonymous Blockchain support said...

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