Su retrato en los periódicos
Entre las decenas de historietas y sinopsis que revisó, encontró una “Su retrato en los periódicos”, que le llamó particularmente la atención.
La historia era una sátira de la alta sociedad de Pasadera escrita con un sentido del humor muy particular y que encantó a Emerson. Griffith, sin embargo, no compartió su entusiasmo, la historia era divertida, sí, de hecho él la había comprado porque le hacía gracia, pero su comicidad residía en diálogos y descripciones y eso era imposible de transmitir en pantalla. (Al cine sonoro aún le quedaban 15 años para llegar)
-“Bueno, pondremos intertítulos para que la gente pueda leer los diálogos”
- “La gente no va al cine a leer” fue la respuesta de Griffith.
Sin embargo Emerson se empeñó y, tras mucho insistir, consiguió que Griffith diera luz verde al proyecto. Emerson quería como protagonista a un joven y apuesto actor de Broadway que estaba en ese momento bajo contrato en los estudios de Griffith y que, hasta el momento, no había causado gran impresión, no a su jefe ni al público en general.
- “Está bien, accedió Griffith, pero tendrás que terminar la película antes de que acabe su contrato, porque no vamos a renovarle.
Griffith se marchó a filmar Intolerancia y Emerson comenzó a trabajar con entusiasmo en la que sería su primera comedia. Llamó al misterioso A. Loos, autor de la sinopsis y descubrió con sorpresa que no se trataba de un veterano guionista, si no de una minúscula veinteañera de nombre Anita, con un gran talento para comedia más mordaz. Juntos escribieron un buen puñado de diálogos cómicos con los que subtitular la película y Emerson rodó la cinta con aquel joven actor que, a pesar de tener ya un pie en el tren de vuelta a Nueva York, estuvo más que encantado de incorporar a la cinta multitud de payasadas de su propia cosecha.
El resultado final, sin embargo, no impresionó ni lo más mínimo a Griffith.
- “No, esto no funciona, sentenció tras leer la larga retahíla de subtítulos que acompañaban a la película, tendremos que archivarla”.
Pero cuando el destino ha decidido que alguien se convierta en una superestrella de calibre mundial, ni el productor más influyente del mundo puede hacer nada por evitarlo. El departamento de envíos del estudio ya había mandado una copia de “Su retrato en los periódicos” a la distribuidora de Nueva York y, de nuevo cosas del destino, un error en la distribuidora hizo que el Roxy Movie Palace de Nueva York se quedara sin la película de estreno que tenía contratada, una cinta protagonizada por el entonces famosísimo Eddie Dillon.
Ante la perspectiva de no proyectar nada o arriesgarse con una película protagonizada por un completo desconocido, el gerente, Mr. Rothapel, optó por programar la cinta de Emerson, ésa misma que Griffith quería archivar.
- “No nos ha llegado la cinta de Dillon, avisó al público, mientras la esperamos, vamos a sustituirla por una comedia llamada “Su retrato en los periódicos”.
Comenzó la película, primer subtítulo: primera carcajada general, a medida que avanzaba la película arreciaban las risas. A mitad de proyección llegó por fin la lata con el film que esperaba Rothapel y se interrumpió la proyección.
- “Ha llegado la película que esperábamos ¿Queréis que quite ésta?”
Pero para entonces, tanto la historia con sus largos subtítulos, como su apuesto protagonista se habían metido al público en el bolsillo y nadie se acordaba ya de Eddie Dillon.
Al día siguiente la crítica del New York Times proclamaba: “La sátira ha llegado a la pantalla, el cine empieza a salir de la infancia”.
La película fue un éxito absoluto, Griffith reconoció su error y encargó a Anita Loos toda una serie de larguísimos subtítulos para “Intolerancia”, renovó el contrato del joven actor y designó a Emerson como único director encargado de sus películas.
Con semejante éxito a sus espaldas, el talento de su nuevo director y su nueva guionista (que se casarían poco después), su propio talento y, sobre todo, su impresionante físico, nuestro protagonista se convirtió, de la noche a la mañana, en la nueva estrella cómica y, poco después, el rey indiscutible del cine de aventuras, se casó con la novia de América, la dulce Mary Pickford, creó junto a la propia Pickford, Griffith y Charlie Chaplin la United Artists, fue miembro fundador de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y su primer y flamante presidente. Y, al contrario que en el caso de Eddie Dillon, aquel famosísimo actor al que sustituyó un día en el Roíz Movie Palace de Nueva York, su nombre todavía se recuerda hoy como un clásico entre los clásicos: ¿Quién no ha oído hablar de Douglas Fairbanks?
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